Hace algunos años, en uno de los entrenamientos que he tomado, hicimos un par de actividades que en verdad pueden ser tremenda experiencia y aun cuando al inicio el terror es enorme, la verdad es que la enseñanza es hermosa, la lección de vida es espectacular y definitivamente tu visión de la vida y de la gente que está a tu lado cambia de manera increíble.
Una de las actividades fue el subirnos a una mesa, ponerte de espaldas hacia el vacio y dejarte caer.
Ahora al recordarlo me vuelven a llegar las mismas sensaciones de ese momento, puedo sentir mis piernas temblando hacia las sillas que nos harían servicio de escalera para poder subir a la mesa, el último paso de la silla a la mesa fue tremendo, recuerdo que no podía subir más la pierna y no alcanzaba a llegar a la mesa, mi miedo no me dejaba subir.
Recuerdo con mucho amor a todos mis compañeros del entrenamiento coreando mi nombre y lanzando toda una cascada de frases y palabras de amor que me alentaban a dar el paso y poder dejarme caer.
Mi ego quedo en los suelos, la sonrisa en mi cara fue maravillosa, recuerdo haberme dejado caer y al abrir los ojos ver las caras de mis compañeros con una sonrisa y un brillo en los ojos solo me decían, “tus amigos nunca dejaremos que caigas, estamos muchos tras de ti, a ti lado y frente a ti para apoyarte cuando sientas que caes al vacio”.
No les parece increíble y lo mejor es que es verdad, nunca me han dejado sola, nunca me he caído y cuando creo que va a pasar, que todos se fueron no es verdad, siempre me sorprende.
Gracias a todos mis amigos, compañeros y algunos ya hermanos, que me han demostrado su cariño los amo y deseo seguir correspondiendo de la misma manera.
P.D. Ya lo dijo mi “Esposo”, Ámense y cuídense unos a otros. Es en serio.
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