Manny "Pac Man" Paquiao



Otro de los deportes que ADORO pero en verdad ADORO es el box.
Disfruto mucho las noches de sábados llenas de box, (la verdad es que ahora pensando en mis vecinos deben de decir que soy una machorra jajajajaja una mujer si guapa, inteligente, divertida, pero machorra jajajajaja sola y machorra jajajajaja pero bueno ese es otro rollo) puedo tener la TV con volumen alto y yo pegando tremendos gritos de la emoción que me provoca ver una pelea de box.

Mi ídolo máximo es Manny “Pac man” Pacquiao.

Lo que haré es algo que en verdad no puedo evitar pero, ¡Se dice que somos el resultado de lo que en nuestra niñez vivimos!, que puede haber pasado en la vida del Pacman para tener tremendos puños, tremendo rencor y tremendas ganas de acabar con el de enfrente en cuestión de minutos.

Si, si, se que a estas alturas algunos de mis amigos ya me estarían diciendo, “Chales morra, te clavas, tú nomas ve y grita jajajaja” pero en verdad no lo puedo evitar y está por demás recordarles que puedo parecer muy mujer del siglo XXI jajajaja pero dentro de mi vive una niña, cándida y soñadora jajajajaja y sobre todo una mujer llena de preguntas jajaja.

Bueno, pues buscando esa respuesta me encontré con este escrito que amo por su emoción, admiración y sobre todo porque me da esa respuesta que buscaba.

Manny Pacquiao, más conocido por como "Pac-Man", es el mejor boxeador del mundo "libra por libra" según The Ring, la "biblia" de los amantes del boxeo. Ha sido campeón del mundo en cuatro categorías diferentes, es un ídolo de masas en su país, Filipinas, y ha reventado el mercado en Estados Unidos, donde sus combates disparan las audiencias hasta límites insospechados. Pacquiao, un gladiador de las doce cuerdas, es una mina de oro. Ha destrozado todas las previsiones de la modalidad de pago por visión, ha firmado contratos multimillonarios para sus próximos combates y es el reclamo deseado en La Meca del boxeo. Desde los lujosos casinos de Las Vegas al mítico Madison Square Garden, Pacquiao garantiza boxeo en estado puro, espectáculo y sobre todo, un negocio redondo. Pacquiao ha cubierto el vacío televisivo que había dejado la retirada de Mike Tyson o Julio César Chávez, los últimos reyes del noble arte. El tagalo, un guerrero del ring, levanta tanta expectación que, según el célebre y despiadado Don King, "le pone en una dimensión que hasta ahora pertenecía a Muhammad Alí". Los expertos en boxeo coinciden en señalar que El más grande cambió el boxeo para siempre. A día de hoy, Pacquiao quiere todo aquello que tenía El Más Grande. Cueste lo que cueste.


Su corazón, su descomunal pegada - "devuelve cada dólar en el ring"-, y su carisma, han convertido a Pacquiao en un terremoto dentro y fuera del cuadrilátero. No sabe dar un paso atrás, no conoce el dolor, saca más manos que nadie y tiene cloroformo en los puños. Se mueve rápido, encaja sin pestañear y su resistencia al castigo va mucho más allá de lo que el resto de mortales entendemos como dolor. Una de sus manos es una navaja afilada. La otra podría noquear a un Mamut. En su penúltimo combate, Pacquiao retiraba a Oscar De la Hoya del boxeo. Lo hacía con una paliza de tal calibre que De la Hoya, con los dos ojos a la funerala y la cara como un mapa, acababa rendido a la evidencia: "Creía que no había nada peor que la muerte, pero estaba equivocado". Después de masacrar a De la Hoya, el filipino hacía añicos a Ricky Hatton, un bad boy inglés. El británico visitaba la habitación del sueño en el segundo round. El KO de Hatton, repetido una y mil veces en el canal de pago por visión, provocó que uno de sus comentaristas no se reprimiera a pie de ring. "Ni siquiera King Kong estaría a salvo con este filipino suelto". Un misil explotó en la barbilla de Hatton, que permaneció fulminado en el suelo durante varios minutos. Cuando recuperó el conocimiento, Ricky trató de explicar lo que le había pasado ante Pacquiao. "¿Alguna vez os ha caído un rayo encima? ¿No? Bueno, esta noche me cayó a mí". En 2009, las ganancias de Manny Pacquiao se cifran en 24 millones de dólares limpios de polvo y paja. Y su cuenta corriente no para de crecer, de manera directamente proporcional a su número de víctimas. La hoja de servicios de Pac-Man, hasta la fecha, es digna de un enterrador: 49 victorias -37 de ellas por nocáut-, tres combates nulos y dos derrotas. ¿Los siguientes en la lista del "corredor de la muerte"? Quizá Shane Mosley. Acaso Juan Manuel Márquez. Puede que Floyd Mayweather. Malos clientes para cualquiera, menos para Pacquiao. Porque, como dicen sus amigos, "cuando Manny nació, Dios le vistió con la piel del diablo".


Mientras Pacquiao manda al hospital a medio mundo, sea en el peso y en la división que sea, aficionados y periodistas se cuestionan acerca del secreto del éxito de Manny. ¿De dónde proviene esa fuerza de la naturaleza? ¿Cómo se forja un tipo así? La respuesta es sencilla. Basta con fondear en los orígenes de Pacquiao, un demonio tagalo que se hizo grande a medida que la vida le iba enseñando que lo que no te mata, te acaba haciendo más y más fuerte. Todo comenzó hace 30 años, cuando nació un 17 de diciembre de 1978 en Kibawe, una localidad de Bukidnon, en Filipinas. Eran tiempos duros, de hambruna, y la familia de Manny no nadaba, precisamente, en la abundancia. La otra mala noticia era que a Manny tampoco le tenían demasiado cariño. Entre otras cosas, porque era una boca más que alimentar, algo que a su padre no le hacía demasiada gracia. Así que Manny, desde pequeño, sufría palizas día sí y día también. Su progenitor, al que sólo se le conocía un mejor amigo, el "agua de fuego", solía descargar sus frustraciones en la cara de Manny. Algo habitual, si es que el pequeño Pacquiao paraba por su chabola, porque la mayoría del tiempo lo pasaba mendigando por las calles para poder comer. "Había días que no comía, pero siempre volvía a casa al anochecer. Su padre le daba una paliza y él se iba a la cama llorando" recuerda un antiguo vecino de Pacquiao. Pedía limosna de día y aguantaba malos tratos de noche. Así fue hasta que una noche no volvió a su casa. Aquella noche marcó la infancia de Manny, y seguramente, marcó su vida. Aquella noche, según confesó hace poco Freddie Roach, su entrenador: "Manny vio como su padre, desquiciado, mataba a su perro. Después lo guisó y se lo comió. Después de ver eso, Pacquiao no volvió a aparecer por casa". Esa noche, Manny juró, como el personaje de la O'Hara, que no volvería a pasar hambre. Y por supuesto, que jamás volvería a recibir ninguna paliza más.


Volvió a la calle, mendigó durante varios días y finalmente, encontró un trabajo como aprendiz de panadero. Al poco tiempo, "ascendió" hasta ser repartidor de pan. "Un trabajo duro, porque con el hambre que había, tenías que hacerte respetar o te robaban para comer" aseguraba Roach. Una vez acabada la jornada laboral, Manny dormía en la calle, entre cartones. Un par de años después, el negociado del pan se le había quedado pequeño. Por cada día en la panadería ganaba una moneda. Pero por pelear con las manos vendadas en los barrios fondos, ganaba tres. Así que Manny, decidido, apostó por ganarse la vida a golpes. Y en apenas un par de meses, la fama de sus puños le precedió. Tanto, que cuando Pacquiao peleaba de manera clandestina, la gente se agolpaba en los "slums", los barrios bajos, para ver a aquel muchacho al que conocían como "El Diablo Tagalo". Sólo un año más tarde, Manny Pacquiao buscó fama y fortuna en Manila, la capital. Allí vistió un par de gimnasios, aprendió varias lecciones, ganó potencia y rapidez, sacó humo del saco y pasó a realizar sus primeros combates de boxeo amateur. Su pegada, un trueno, sirvió para que, en apenas dos años, sus mentores le hicieran profesional. Era el año 1995.


Catorce años después, "Sports Illustrated" nombraba a Pacquiao "Deportista Ejemplar del Año". Este año, la prestigiosa "Time" le ha considerado una de las cien personas más influyentes del mundo, junto a personajes como el golfista Tiger Woods, la primera dama Michelle Obama, el actor George Clooney o la televisiva Oprah Winfrey. En 2006, Manny presentó en Filipinas una película sobre su vida, en 2007 fue productor de su propio disco y sello musical, y desde 2008, anuncia todo tipo de artículos, desde ropa, detergentes o medicinas, hasta ser la imagen de uno de los videojuegos más vendidos del planeta. En 2007, todavía sin haber alcanzado el estrellato mundial, Manny se presentó a las elecciones de su país para ser diputado, aunque no salió elegido. Un periodista especializado en boxeo, feliz por la noticia, escribió lo siguiente el día después de aquellas elecciones: "Sin duda, la derrota de Pacquiao ha sido la victoria más dulce para la historia del boxeo". Pero como nadie le ha tumbado dos veces, en los últimos tiempos Pacquiao tiene un sueño, ser Presidente de Filipinas. Por eso, como él mismo vaticina, acudirá a las elecciones una vez que haya colgado los guantes. Si se presenta, nadie tendrá la más mínima duda: arrasará en las urnas, porque es el héroe de sus paisanos.


Sylvester Stallone - que ya ganara fama y fortuna con Rocky, película que triunfó en los Oscars-, ya se ha puesto en contacto con Pacquiao. Le ha ofrecido la posibilidad de lanzarse a la conquista de Hollywood, llevando a la gran pantalla una cinta sobre la azarosa vida de "El Diablo Tagalo". Entre otras cosas, porque Stallone sabe que Pacquiao, con 30 años, no sólo es uno más de todos estos tipos que alguna vez en su vida han sido campeones del mundo. Pacquiao es un hombre hecho a sí mismo. Fabricado a base de desgracias, curtido por la vida, inasequible al desaliento, que no conoce el miedo y que no sabe dar un paso atrás. Stallone sabe que Pacquiao pasará a los anales de la historia. Entre otras cosas, porque su azarosa vida y su pegada le han convertido en mucho más que un deportista. Es una leyenda.


Rubén Uría / Eurosport

Por si fuera poco, el saber que el Pacman nació en 1978 wow, en DICIEMBRE mega wow, me hace en verdad muy pero muy muy feliz.

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